Estos días se ha hablado mucho de las declaraciones de Cañizares que, recordemos, ya no es simplemente un ordinario diocesano, sino miembro de la estructura de gobierno de la Iglesia católica, una especie de ministro de la única dictadura (subtipo monarquía absoluta y teocrática) que subsiste en Europa. Cañizares comparaba el ejercicio del derecho al aborto por parte de muchas mujeres (allí donde pueden ejercerlo, que no es el caso de Navarra) con la bárbara conculcación de derechos de menores por parte del clero católico irlandés, en una macabra versión del tradicional «y tú más» con que se suele pretender tapar las vergüenzas propias, ante la evidencia palmaria de que la Iglesia lleva siglos regando de víctimas los campos en los que ha ido sentando sus reales.
Las declaraciones de Cañizares han coincidido con otra joya que la Iglesia ha tenido a bien regalarnos, de la mano de Alfa y Omega, un semanario de la diócesis de Madrid, gobernada con mano de hierro por el fundamentalista Rouco. En su número 643 (28 de mayo de 2009), aparece un texto —firmado por su redactor jefe, Ricardo Benjumea— que, para apreciar en todo su esplendor, creo necesario reproducir completo.
La violación, ¿fuera del Código Penal?
Nada más lejos de mi intención que frivolizar con la violación. Pido disculpas a quien así lo ha entendido. La cuestión es: reducido el sexo a simple entretenimiento, ¿qué sentido tiene mantener la violación en el Código Penal? ¿No debería equipararse a otras formas de agresión, como si, por ejemplo, obligáramos a alguien a divertirse durante algunos minutos? ¿Por qué tanta disparidad en las condenas?
No es demagogia. Hay movimientos recientes en esa dirección. En marzo, en una decisión sin precedentes, el Consejo de Ministros concedió el indulto parcial a un violador, cuya condena a 12 años, ratificada por el Tribunal Supremo, se redujo a cinco años. El condenado es un joven homosexual, bien relacionado con círculos progubernamentales de la industria del espectáculo, que asaltó a otro joven en los lavabos de una discoteca. Sus tres cómplices fueron favorecidos por la Secretaría de Prisiones, de la Generalidad de Cataluña, en otra decisión sin precedentes: obtuvieron el tercer grado, y pudieron abandonar la cárcel tras sólo 8 meses de condena.
Cuando se banaliza el sexo, se disocia de la procreación y se desvincula del matrimonio, deja de tener sentido la consideración de la violación como delito penal. Ése es el ambiente cultural en el que vivimos, y, sin embargo, la inmensa mayoría de españoles consideraría una aberración que se sacara la violación del Código Penal, aunque, a sólo cien metros, uno tuviera una farmacia donde comprar, sin receta, la pastillita que convierte las relaciones sexuales en simples actos para el gozo y el disfrute. Esa hipotética indignación es un motivo de esperanza, porque demuestra que la deshumanización de la sexualidad, que promueve el Gobierno, todavía no ha llegado a un punto de no retorno.
Sabíamos que la Iglesia actual, controlada por su sector más integrista, es poco sensible a los problemas sociales y se siente particularmente ajena a cuanto afecta a la mujer, salvo para minusvalorarla o relegarla a un papel vicario en la sociedad y en la propia Iglesia. La literatura católica está llena de perlas relacionadas con esta cuestión, respecto de las cuales no cabe aducir su obsolescencia, porque la Iglesia se nutre —en su visión dogmática e inflexible de la vida— de la verdad revelada y del argumento de autoridad, ambos inmutables por definición. Cuesta mucho entender el proceso mental que puede llevar a escribir un texto así, como no sea algún tipo de perversión que escapa a mi mente pecadora y a mi espíritu disoluto. Pero sí que me sugiere dos consideraciones.
La primera es que los fundamentalistas católicos parecen cultivar algún tipo de sadomasoquismo que les lleva a concebir el placer sexual inextricablemente vinculado al dolor. Sólo así se entiende la continua equiparación en el texto de la violación con la diversión: «¿No debería equipararse a otras formas de agresión, como si, por ejemplo, obligáramos a alguien a divertirse durante algunos minutos?», «la inmensa mayoría de españoles consideraría una aberración que se sacara la violación del Código Penal, aunque, a sólo cien metros, uno tuviera una farmacia donde comprar, sin receta, la pastillita que convierte las relaciones sexuales en simples actos para el gozo y el disfrute».
La segunda es que, enlazando con una posición bien instalada en la carcunda y que cuenta con el glorioso precedente de la famosa y malhadada sentencia de la minifalda, parecen asumir que las mujeres son violadas porque quieren, lo van provocando, así que será que les gusta. Y si encima se quedan embarazadas, mejor que mejor, porque así pueden permitirse el inefable placer de abortar o, al menos, de correr a la farmacia más próxima a obtener la pecaminosa píldora.
Pero este texto no es una rareza, sino más bien la sublimación de la postura oficial de la Iglesia católica acerca de la moral (puesto que de moral y no de religión hablamos). De ahí que se digan monstruosidades como que la disociación de sexo, matrimonio y procreación hacen que no tenga sentido considerar la violación como delito. Estas gentes que, seguramente para desgracia del catolicismo, marcan la posición de la Iglesia, no sólo son incapaces de entender la libertad individual, sino que les molesta su ejercicio hasta el punto de pretender, a través de su dictado a los poderes públicos, someterla a toda suerte de trabas, destiladas de su visión dogmática y disparatada de las cosas.
El texto atribuye al Gobierno nada menos que promover la deshumanización de la sexualidad. Tal exabrupto es coherente con la idea —profusamente difundida por el fundamentalismo católico— de que el sexo por el sexo deshumaniza y saca los instintos más primarios del ser humano. Pero ello es incongruente con la evidencia de que la inmensa mayoría de los animales sólo recurren al sexo para procrear. De ahí que las relaciones sexuales entre personas libres, sea cual sea su motivo, pero especialmente cuando escapan al dictado de una naturaleza animal que no hay que negar pero que no tiene por qué ser la preponderante, están entre las manifestaciones superiores y más claras de humanidad. Nuevamente detrás de esta visión del mundo late un atávico miedo a la libertad. Quién sabe, quizá el remedio consista en follar más...
03 junio 2009
El sueño de la sinrazón produce monstruos: la Iglesia católica y sus problemas con el sexo
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Juan
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Etiquetas: aborto, Iglesia católica, violación
01 junio 2009
El azul es tu color
Los sondeos electorales publicados estos días coinciden —además de en el, seguramente interesado, enfoque polarizador PSOE-PP— en apuntar dos datos nada inesperados en la actual coyuntura política y social. En primer lugar, una elevada abstención, fruto de la distancia con que se contempla la Unión Europea, todavía adoleciente de un déficit democrático que la convierte en presa fácil de los tejemanejes de los gobiernos y la aleja de la opinión pública. En segundo lugar, los sondeos pronostican una victoria del PP. En este caso lo que sorprende es el margen tan escaso de ventaja. Este es el panorama general y es lo que los partidos del fáctico frente nacional (español, por supuesto) están interesados en transmitir, intentando generalizar la impresión de que todo se ventila a dos. Sea cual sea el resultado (esta semana ambos intentarán movilizar un voto negativo y resignado, azuzando el miedo a que gane el otro), es un ejemplo más de la versión posmoderna del canovismo que poco a poco van implantando: turnarse en el poder en Madrid y compartirlo en las comunidades autónomas, especialmente allí donde una parte significativa de la opinión pública puede llegar a pensar —cuánta maldad— que estarían mejor con otro marco jurídico y vital.
En la pelea en que están enfrascados los dos titanes de la españolidad, el argumentario del PP entra completamente en lo esperable: crisis, crisis y más crisis. En parte porque lo tienen a huevo. En parte para intentar hacer olvidar sus propias vergüenzas, notablemente aireadas en los últimos tiempos (tiene su gracia que las lleven al aire por pretender taparlas con trajes de diseño). Por cierto, se empeñan en contraponer la creación de empleo del período Aznar (a la cabeza de Europa, dicen) con la destrucción de la era Zapatero (igualmente a la cabeza de Europa, dicen), pasando por alto que son dos caras de la misma moneda: aquel empleo (y el que se ha seguido creando hasta 2008) era de tan mala calidad que se ha esfumado en un santiamén, dejando como única herencia una secuela de vidas rotas y problemas sociales.
La palma se la lleva en esto de la propaganda electoral el PSOE (un detalle: ¿se han fijado que la papeleta del PP es infinitamente más bilingüe que la del PSN? Es lo que tiene dividir por cero. ¿Se habrá sorprendido alguien?). Visualmente, la campaña del PSOE se basa en contraponer el rojo y el azul. Aparentemente, el azul corresponde al PP. Tiene cierta lógica, porque es su color (no ha dejado nunca de serlo). El estupor llega cuando se leen los mensajes: en rojo energías limpias y en azul contaminación; en rojo luchar contra el cambio climático y en azul negar el cambio climático; en rojo trabajadores y en azul especuladores; en rojo vencer la crisis y en azul aprovecharse de la crisis; en rojo mañana y en azul ayer; en rojo protección social y en azul despido fácil; en rojo servicios públicos y en azul negocios privados; en rojo trabajar por la paz y en azul sembrar el miedo. Sin embargo, un observador externo que manejara información fidedigna sobre el devenir de los últimos años, tendría pocas dudas en adjudicar el azul precisamente al PSOE. Y es que la campaña pasa de puntillas por el hecho clamoroso de que el PSOE lleva gobernando cinco años (ya lo vimos en el último debate en el Congreso: el discurso de Zapatero parecía el de alguien que acaba de llegar al Gobierno; confróntese con el programa electoral socialista de 2004).
Un somero repaso puede ser suficiente: la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero sólo ha sido posible por la crisis económica, es decir, se actúa como si no existiera el cambio climático (otra manera de negarlo). La economía del ladrillo ha sido fomentada por el Gobierno hasta el momento mismo de su desmoronamiento. El lema de «más ordenadores y menos ladrillo» se compadece mal con la evolución del gasto en I+D, en el que, además, sigue incluyéndose el gasto militar (en ocasiones en proyectos que ni siquiera se desarrollan en España; ¿es eso trabajar por la paz?). ¿No es despido fácil la manera en que se han esfumado cientos de miles de empleos? Zapatero bate récords por la rapidez con que ha pasado de ser un recién llegado a representar lo caduco (cierto es que si él representa el ayer, Mayor Oreja nos sumerge en la prehistoria).
La misma incongruencia se observa cuando, quizá aplicando el manido principio de que «la mejor defensa es un buen ataque», se elabora un discurso culpando de la crisis al neoliberalismo, lo que significa, según ellos, que el responsable es el PP. Y nuevamente surge la pregunta: ¿quién ha gobernado los últimos cinco años? Es tan pobre, tan elemental y tan capcioso el discurso que lleva a pensar que los avances en materias como la regulación del matrimonio o del aborto no obedecen a una intención real de progresar, sino de agitar el alma ultramontana del PP y mantener el voto movilizado con el señuelo del miedo a la ultraderecha (otro detalle más: ¿es casualidad o es puro oportunismo y corrección política que en la campaña, al insinuarse el tema de la homosexualidad, sólo se aluda a varones y se siga manteniendo a las lesbianas en el limbo de la invisibilidad?).
Claro que cuando ese argumentario es utilizado por conspicuos representantes del PSN, con su secretario general a la cabeza, la cosa se tiñe de sainete. ¿Cómo se compadece el apoyo a la construcción con el eslogan de Zapatero de menos ladrillo? ¿Será porque en España, a diferencia de Navarra, hay una «sobreoferta de demanda» (sic) de vivienda? ¿Cómo calificar el apoyo entusiasta a unas medidas que pretenden frenar la caída del precio de la vivienda? ¿De dónde van a salir los ordenadores cuando se apoya la congelación del presupuesto educativo y el recorte del de la Universidad Pública? Se predica igualdad (rojo) frente a discriminación (azul), pero ¿no están las mujeres navarras discriminadas en sus posibilidades reales de ejercitar el derecho al aborto? ¿Quién lo consiente? Se predica servicios públicos (rojo) frente a negocios privados (azul), cuando el PSN está bendiciendo una gigantesca operación de externalización, privatización y deterioro de servicios públicos esenciales. Si el PSOE hace girar su campaña electoral sin pudor y con desenfado en torno al embuste, al PSN se le podría recitar aquel lema publicitario: «el azul es tu color».
Hay otras listas, hay otras posibilidades, la diversidad y la pluralidad son mucho mayores de lo que interesadamente se traslada desde el PSOE, el PP y muchos medios de comunicación tan jacobinos como ellos. Y, desde luego, el rojo de la campaña socialista, y su contenido, no están en el PSOE.
Publicado por
Juan
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Etiquetas: campaña electoral, elecciones europeas, PP, PSOE, UPN